Con la aparición del virus Covid-19 en la ciudad de Wuhan (China) el mundo no se preparó ni calculó sus devastadores alcances y quedó demostrado que la especie humana no está preparada para hacerle frente a una pandemia tan catastrófica en sus causas y efectos. Es innegable que la naturaleza nos demostró su poderío y nos condujo a aceptar lo débiles, frágiles e impotentes que somos para resistir sus embates y su fuerza. Ya cualquiera que sea el desenlace de la pandemia está en juego el cambio brusco de muchos de los aspectos que correspondían a la cotidianidad; las relaciones ínter personales están quebrantadas por el miedo al contagio, así la opinión pública parezca consciente de los riesgos y acate con resignación las restricciones de todo género a que están siendo sometidos los ciudadanos , la psicosis y el miedo se han apoderado tanto del ser humano que la sonrisa y la carcajada han ido desapareciendo lentamente de sus rostros, dando paso a la angustia , la preocupación y sobre todo el temor. Vamos rumbo a la construcción de una sociedad frívola, sin calor humano y sin manifestaciones de amor y aprecio.
Son inevitables las consecuencias políticas y económicas que ponen de presente la ausencia de un poder capaz de incorporar la crisis a las decisiones de algunas autonomías y las del poder central que muestran las incoherencias y las faltas de coordinación y sobretodo la clamorosa ausencia del presidente en las comparecencias públicas, casi que por la misma incapacidad del Estado en hacerle frente a la pandemia y sus consecuencias.
Quién va a pagar los platos rotos, quién indemnizará a las personas privadas de su libertad por su participación en manifestaciones por exigir sus derechos , por no poder acudir a sus trabajos y ganar el sustento diario, quiénes a los empleados de establecimientos abiertos al público que se clausuraron porque ya no pudieron aguantar más y se terminaron declarando en bancarrota, así se hable de ayudas, excepciones tributarias , préstamos bancarios de bajos intereses que en la realidad nunca se dan, que sólo están en programas radiales y televisivos.
Otra consecuencia es el desbordamiento e irresponsabilidad de tratamientos milagrosos que se ofrecen desde todos los frentes y que han inundado las redes sociales, ofrecimientos que ponen a la población en vilo, la desorienta, la confunden hasta caer en su consumo sin prever sus riesgos y muchos han encontrado la muerte pareciera “que es peor la cura que la enfermedad”
Otro aspecto es el psicológico que está llevando a las personas al estrés pos-traumático y aún aumento significativo a los casos de suicidio, la desigualdad social en la distribución de los recursos será inminente que se ampliarán las desigualdades preexistentes en la sociedad, qué tendrán en corto tiempo impactos negativos en una crisis social de consecuencias incalculables.
El empoderamiento en el desempeño académico es otra de las consecuencias al no haber estado preparados para la educación virtual, que llevará a una disminución del conocimiento y mostrar fallas catastróficas en el aprendizaje, es evidente que los padres de familia cuando todo está por perderse, cuando todo está por ganarse, cuando lo más importante se pone en riesgo y la vida nos da una lección, cuando cada pérdida nos deja una enseñanza y amamos sin importar distancias y diferencias, cuando nos sentimos parte de un todo, de un mundo donde la especie humana se pone a prueba…. Yo no me doy por vencido, muestran cansancio por estar dedicados a sus labores y a las obligaciones educativas de sus hijos en trabajos y tareas.
Finamente quisiéramos dejar una reflexión compartida por un amigo desde su perfil.
“Cuando todo está por perderse, cuando todo está por ganarse, cuando lo más importante se pone en riesgo y la vida nos da una lección, cuando cada pérdida nos deja una enseñanza y amamos sin importar distancias y diferencias, cuando nos sentimos parte de un todo, de un mundo donde la especie humana se pone a prueba…. Yo no me doy por vencido”
