El capitán de la Sijín que murió combatiendo a los vándalos

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Jesús Alberto Beltrán dedicó su vida a reducir homicidios en Soacha. Alcalde lamentó su partida.

La noche del 28 de abril los ánimos se caldearon en Soacha. La protesta legítima se vio interrumpida por vándalos que buscaban saquear algunos comercios del sector de San Mateo.

Caída la tarde, arribaban desde diferentes sectores con la intención de destruir cuanta reja o puerta se les atravesara en el camino. No pasó mucho tiempo para que la situación se desbordara. Los delincuentes agarraban piedras o, incluso, partes del mobiliario urbano para lograr su cometido, y hasta reaccionaron de forma violenta cuando los policías intentaban controlar los desmanes.

Durante el ataque perdió el arma de dotación, su pistola, el carné policial y hasta su radio de comunicaciones marca Motorola. Pero lo más aterrador fue cuando los agresores descubrieron que tenía puesto un chaleco antibalas. “Este es un infiltrado, tiene chaleco, es un policía. Lo van a dejar morir sus propios socios”. Todo esto pasaba mientras se desangraba en medio de una calle polvorienta y llena de rezagos de los disturbios mientras le gritaban: “¡Infiltrado!, ¡infiltrado!”.

Tenía al menos cuatro puñaladas en diferentes partes del cuerpo. Aunque los hechos son todavía muy difusos, se sabe que fue auxiliado por sus compañeros y por algunos miembros de la comunidad y llevado hasta un parqueadero de la zona mientras la turba seguía haciendo y deshaciendo.

Pero no paraba la angustia. Tenían que salvarle la vida, y cuando se pensaba que no se podía hacer nada apareció un paramédico. Con escasos insumos le brindó los primeros auxilios, e hizo hasta lo imposible para contener la hemorragia mientras llegaba una ambulancia. Pero esto tampoco fue fácil, pues las vías estaban bloqueadas y era complicado llegar con prontitud. “Cuando arribó, con ayuda de los oficiales del Esmad, se bajó la camilla. Todo fue muy lento y había que ayudar”, dijo el paramédico. Solano hacía lo posible para seguir consciente, pero sentía que las fuerzas se le esfumaban del cuerpo.

Luego de tantos minutos de angustia, el capitán de solo 34 años pudo ser trasladado hasta el Hospital Cardiovascular de Soacha, en donde finalmente pudo ser atendido de urgencias.

Pasó muchas horas intubado, su estado de salud era muy delicado, su condición era inestable y en las últimas horas había sido sometido a una nueva cirugía. No valieron todos los esfuerzos, Solano murió ayer a eso de las 6 de la tarde. Su familia está sumida en la tragedia.

Texto y foto: El Tiempo