Mi Crónica Mundial / Cosas que verás en Qatar

0
368

Mundial Qatar2022 / Por: Oscar Castillo Baquero / periódico Nuevo Milenio

Compartido en el portal: Metadeportes.com

Mientras unas selecciones regresaban a sus tierras tras no lograr avanzar a la fase de octavos de final, de la Copa Mundial de fútbol, nosotros seguimos conociendo por dentro el funcionamiento de la sociedad qatarí.

¿Los hombres en Qatar son bravos? Al igual que las mujeres parece que si. Pero ellos no actúan así con las mujeres a quienes respetan y veneran en el núcleo familiar. Nos encontramos con una nueva escena mientras íbamos con nuestro fotógrafo, Juan Antonio Sánchez, de regreso a casa después de una jornada futbolera.

Como les habíamos contado del caso de la fotógrafa qatarí que le reclamó duramente al conductor por no encontrar la ruta de ingreso para medios a un estadio, conductor de piel morena, extranjero que labora aquí, a este otro, de las mismas facciones, le pasó lo mismo. Resulta que aquí se anda a altas velocidades – está permitida la velocidad hasta 120 km/hora – el ‘negro’ tuvo que frenar abruptamente para no pasarse un semáforo que cambió a rojo. Venían entre otros varios pasajeros, dos qataries, reconocidos por su aspecto físico, de pie y sino se tienen de las manillas de los asientos caen al piso. Con Juan, íbamos sentados, nos alarmamos también y vino la doble escena.

El primero que se le fue encima a reclamarle oba sentado adelante, cerca de la silla del conductor. Iba vestido con el traje reconocido en ellos, un ‘Thaub’, una prenda blanca larga hasta los tobillos , sandalias, que significa que están en conexión con la tierra y en la cabeza también llevan un pañuelo que suele ser de color blanco o rojo llamado ‘Gutra’, sostenido por una especia de bandana negra llamada ‘Egal’. Se regresó a su silla. Seguidamente, de la parte trasera, pasó otro quien vestía informalmente y un tercero con la misma ropa. Con manoteo – movimiento continuo de las manos, especialmente cuando se hace a la vez que se habla- y casi que a gritos le insultaban por la brusca parada que había hecho.

Finalmente, le tomaron una foto a la pantalla que llevan todos estos tipos de vehículos, dónde aparece, ente otros, el número del carro, la ruta que está transitando, el nombre del conductor. Seguramente lo van a reportar. Si algo a lo que temen estos empleados es a quejas de los usuarios por el servicio que prestan. Comentan que lo más seguro es que les terminen el contrato y en casos extremos los expulsen del país. En un país donde se ganan altos salarios es una tragedia perder el puesto y más si te echan del país a donde has llegado en busca de oportunidades laborales.

AUTOSERVICIO PLENO

Lo primero que había que decidir con Juan era los lugares donde ibamos a comer para comprar a precios cómodos. Aquí, en la mayoría de sitios es caro los platos disponibles en la carta. Pensamos que en días libres o con tiempo comprábamos mercado y cocinariamos en la casa tal como lo habíamos hecho cuatro años antes en el mundial de Rusia. Juan es buen cocinero y no me quedo atrás con lo aprendido en la vida. La dueña de la casa, previamente, le había dicho a Juan que la cocina estaba disponible para preparar alimentos. Todo el plan se fue abajo porque en la primera semana del mundial del todos contra todos, la FIFA nos aceptó dos partidos que podíamos ver cada día y en eso nos la pasamos. Corre, corre, de bus en bus, de estadio a estadio, de tal forma que el último partido acababa a la media noche y solo quedaba tiempo para correr, coger el metro y el último bus alimentador que nos trae hasta el barrio y que sale de la estación Wakra, a las dos de la mañana.

En una de esas llegadas vimos en la vía principal del Ezdan Oasis, el barrio donde nos alojamos, un letrero que en español decía: Pollo. Primer nombre escrito en español. Fuimos y en el local, atendido por turcos, venden comida de ese país, pizza y el pollo. Pedimos el full chicken, que viene con cuatro presas bien adosadas, asadas a la parilla, servido con papá a la francesa, ensalada, acompañado de un bread ( pan ) y unas tirillas delgadas de torta, más tres tipos de salsa. Nos comenta doña Alexandra, la de la casa donde estamos alojados, que la comida turca es muy rica, variada, pero que trae mucho condimento. Precio: 30 RQ ( Rial qatarí) Una gaseosa litro y medio, en un local contiguo, cuesta 4.50 RQ. Eso son 46 mil pesos de los nuestros. Más dos Shawarma roll, que es parecido al taco mexicano, de varios ingredientes, muy rico, cada uno a 12 RQ.

En los estadios ese Shawarma, más pequeño, cuesta no doce sino 30 RQ y una gaseosa Coca Cola, pequeña 10 RQ ( trece mil pesos la gaseosa) Imposible comer en los estadios.

El rollo es que terminamos de clientes de los turcos que cuando supieron que éramos ‘oh Colombia’ nos restregaron de frente a Pablo Escobar y la cocaína. Esa es nuestra identidad en el planeta. Nos ha pasado en visita a otros países.

La nota es que a los restaurantes cuando no se come en el local, la mayoría no lo hacen, llegan en sus carros, echan pito – cosa horrible, se parece al pitido permanente de los taxis de Acacías- va el mesero, toma el pedido, lo sirve y se van. No se bajan de los carros ni para hacer el pedido ni para pagar. ¿Será que algun día se verá ese tipo de servicio en el pueblito? Algún emprendedor que tome la iniciativa a ver cómo le va. Estaremos en la jugada.