Dicen que la muerte llega sin avisarnos, pero a veces tampoco nos recuerda de a quiénes se lleva. Esta mañana del martes nos pasaron la marandua que había muerto Adrián.
Lo conocimos desde cuando abrió el reconocido local de la Panadería Qué pan tan bueno, en la esquina del coliseo Omar Baquero Soler, del barrio las Ferias. Allí, junto con su esposa Ludiz la acreditaron de tal manera que era sitio no solo de surtido de pan sino de encuentro de amigos y de negocios.
Le gustaba hablar de los temas del país y de la ciudad, a tal punto que tomó partida en varios que afectaban a la comunidad. Luchó porque a un costado del coliseo se construyera una cancha para la práctica del tenis de campo, lucha que finalmente dio resultados y allí entrenaba a sus dos hijos, en especial, el mayor Juan Adrián Felipe. Su otro hermano es Juan Pablo.
Pero el tiempo pasa y algunos errores cometidos desestabilizaron su negocio y su hogar. Su esposa se fue a vivir a San Martín y Adrián se llevó a sus padres a vivir en una casa de campo en el municipio de Guamal,
Sufría de diabetes y eso le generó una crisis que acabó con su vida el pasado jueves 3 de septiembre. Tenía 48 años de edad. Sus funerales se cumplieron en los Olivos y fue sepultado el sábado 5 en el cementerio de Acacías.
Paz en su tumba.