Un cuento de realidad con algo de fantasía…
Ningún animal fue herido durante la escritura de este relato…
La hormiga está bien, es valiente, fuerte y empoderada…
Por: Silvio Claros
La pobre hormiga no podía con las ansias… Era día de elecciones y estaba segura que el trabajo de más de 6 meses apoyando al elefante y a su grupo político, resultaría en ganancia.
Le preocupaba, sin embargo, el candidato de las hienas, con su sonrisa falsa y sus secuaces igual o peor de peligrosos, hacían pensar que podían alterar el resultado de esas elecciones tan esperadas en aquel rincón de la selva.
Pero ganó, o eso creyó, pues su candidato, el apacible, pero fuerte, se impuso y la hormiga estaba segura de recibir el reconocimiento del nuevo líder; había trabajado, se había esforzado. Donde fuera hablaba de las virtudes del elefante, organizó reuniones y, siempre que podía, asistía a otras reuniones para mostrar su apoyo incondicional, hasta hizo cambiar de parecer a más de un seguidor de las hienas a punta de verborragia.
Por eso se alegró con la noticia que traían los buitres y que hacían resonar por todos lados, “Ganó el elefante, ganó el elefante…”
Sin alterarse mucho salió a celebrar junto al resto de seguidores del elefante, se unió a las caravanas y sonreía con gusto, pues el trabajo estaba dando frutos…
Antes de posesionarse, el nuevo líder invitó a la hormiga hasta su casa para finiquitar algunos términos de lo que sería el trabajo que iban a realizar juntos, incluso, dejó que la pobre hormiga hablara y se sintiera cómoda… Y con esa falsa seguridad se fue a su casa.
El tiempo pasó y la certeza de ser tomada en cuenta para algo, se fue diluyendo, más aún cuando después del primer trimestre de mandato ya ni siquiera le contestaban el teléfono, es más parecía que ni siquiera se daban a la tarea de leer los mensajes que con tanta diligencia enviaba con las palomas mensajeras. Nada… ni una respuesta…
Segura de que había una explicación lógica a tan descarados desaires, se dirigió directamente hasta el trono del ahora rey de la selva. No fue fácil, la cantidad de animales que esperaban era bastante considerable, sin embargo, ella había trabajado para que eso se diera, algún trato especial tendría.
La esposa del elefante la vio entre el numeroso grupo que esperaba, la saludó y hasta le sonrió, pero la dejó ahí… esperando…
Salieron más miembros del partido del elefante, esos que habían trabajado a su lado y que incluso le preguntaban cosas para implementar durante el tiempo de la contienda, pero sólo le alzaron la ceja y la dejaron ahí… esperando…
Luego salió una gacela y mirando a todos los que esperaban dijo con mucha elocuencia, “El elefante va a reunirse con los depredadores más peligrosos (o contratistas), sí quieren pueden esperarlo, pero se demora…”
algunos cansados se fueron, otros refunfuñaron y se quejaron y también salieron algo decepcionados, pero la hormiga ya llevaba 3 horas de espera, esperar otro par de horas no importaba sí ese mismo día le cumplían con la palabra que le habían dado… Así que se quedó… esperando…
Y los depredadores comieron y los lagartos cenaron y hasta las hienas aprovecharon para comer a la sombra del nuevo soberano, sólo la hormiga se quedó esperando, recordando con nostalgia las palabras que siempre escuchó de su abuelo a manera de concejo, “En promesas de políticos, juramentos de borrachos y en el amor de las putas, no ha de caer ningún macho…”
Fin