Internos narran cómo sobreviven en este centro penitenciario, principal foco de covid-19 en el país.
Internos de la cárcel le narraron a EL TIEMPO cómo sobreviven en este centro penitenciario, principal foco de covid-19 en el país con casi 900 enfermos.
En un espacio tan grande como tres manzanas conviven hacinados el 7,3 por ciento de todos los casos de coronavirus detectados en Colombia. Es la cárcel de Villavicencio, un sitio que fue catalogado por internos con los que pudo hablar este diario como el mismísimo infierno de la covid-19 en el país.
En este centro penitenciario, ubicado entre los barrios 20 de Julio y Vainilla de la capital del Meta, van 859 enfermos confirmados por el virus, entre privados de la libertad, funcionarios, familiares y otros del entorno. La mayoría, claro, población carcelaria que duplica la capacidad del penal.
Y por si el hacinamiento no fuera un drama suficiente, a finales de marzo llegó un virus desde muy lejos, se coló entre las rejas y se instaló en el peor escenario posible: imposibilidad de distanciamiento social, carencia de elementos básicos de protección, servicio médico precario y cuantos dramas sociales se puedan imaginar.
EL TIEMPO habló durante varios días con personas que han enfrentado el brote desde estas cuatro paredes. Documentaron con fotos y videos las condiciones a las que están expuestos y que dejan ver una convivencia indiscriminada: los sanos con los enfermos, los viejos con los jóvenes, guardianes e internos, todos mezclados bajo la sombra de la sospecha.
La entrada del virus
La versión oficial sobre cómo se inició este brote sin precedentes en la cárcel da cuenta de que el primer caso fue en un hombre de 63 años que recibió su boleta de libertad en los primeros días de abril. El sujeto tuvo un deterioro rápido de los síntomas y falleció el 5. Con una muerte arrancó el drama. Dos días después, el 7, el deceso de otro interno recién salido, de 77 años, confirmó que no era un tema excepcional.
La versión de los internos es que el brote en ese lugar comenzó en marzo, cuando la madre de un hombre, que había visitado Europa, llegó a visitarlo al pabellón Santander, donde hay más de 457 internos.
Con la primera muerte confirmada cundió el pánico entre los privados de la libertad. Se sabían presas fáciles del virus, e incluso hubo enfrentamientos con la Fuerza Pública. “Nos dieron garrote sin importar si estábamos enfermos o viejos, pero logramos hacer llegar videos a los medios de comunicación”, dice un hombre que prefiere reservar su identidad.
Él está en el pabellón Colombia, donde debe compartir espacio con cerca de 1.000 reclusos. En su celda hay al menos una decena de compañeros, muchos de ellos, según relata y deja ver el video, mayores de edad y con enfermedades crónicas. Y por eso decidieron hacer una cuarentena voluntaria de 14 días. Si de ellos depende, nadie sale y nadie entra, así cueste hambre.
“Aún no han hecho pruebas a todo el mundo, y se juntan enfermos con sanos por todas partes. Nos han dado elementos de protección, pero no son suficientes. Una ministra dijo que íbamos a tener carpas medicalizadas, pero fueron promesas. Aquí no ha llegado nada”, contó una noche de jueves desde su camarote.
Confirmado de covid- 19
Otro interno que contó su testimonio a EL TIEMPO fue confirmado la semana pasada como portador del coronavirus. Él prefiere no revelar su identidad por miedo a represalias. Cuenta que si bien no ha presentado ningún síntoma, fue parte de un grupo de tamizaje hace tres semanas.
Y, aunque no le duele nada, relata que compañeros que sí presentan dolor no han recibido ni siquiera una pastilla de acetaminofén. Resalta que han sido muchos los errores en el manejo de la crisis.
Sin importar el resultado de su prueba, él convive en los pasillos de su bloque con más de cien compañeros, de los cuales hay más de la mitad que están infectados también. La resignación lo acompaña día tras día, pues en las circunstancias en las que se encuentra solo le restan dos opciones: “O vivir con el virus o dejarse morir”.
En medio de ese sentir, es consciente de que pedir la libertad sería absurdo, pero sí pide que por lo menos las autoridades les proporcionen una solución en lo que a salud respecta. El aislamiento efectivo, por ejemplo, es una de las peticiones más urgentes, pues no concibe que tanto sanos como contagiados compartan el mismo espacio.
Responden las autoridades
El manejo de la salubridad en las cárceles depende del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), que, además de entregar material de protección, ha sostenido reuniones con autoridades sanitarias, municipales y departamentales.
Fruto de ello, la Secretaría de Salud Municipal expidió la resolución 053, que establece protocolos sobre la cárcel. En cuanto al control interno, hace al Inpec responsable de buscar diariamente casos sintomáticos, priorizando población adulta mayor y con comorbilidades. “Igualmente, el seguimiento a contactos estrechos de pacientes positivos”, explica Tanya Cortés, secretaria de Salud de Villavicencio.
El Inpec, además, deberá garantizar zonas de aislamiento preventivo a cada sospechoso cumpliendo distancia mínima de dos metros. Si es un caso confirmado, se dispondrán zonas intramurales para el aislamiento. Los casos graves se trasladarán a IPS, mientras que los leves o moderados se manejarán de forma intramural.(Lea también: El barco que hizo fiesta sexual y contagió de covid-19 a San Andrés)
“Finalmente, los casos negativos estarán en zonas exclusivas”.
Pero, más allá de ese protocolo, el director de la cárcel, Miguel Ángel Rodríguez, ha reconocido que es imposible garantizar el aislamiento en el penal “si hay gente durmiendo debajo de las camas y en los baños”.
Al cierre de esta edición se confirmaron seis casos nuevos en la cárcel, y los internos denunciaban una situación de tensión por falta de alimentos. Este diario se intentó comunicar repetidamente con la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios, pero no hubo respuesta.
A nivel nacional van 987 contagios en cárceles, y tres presos han fallecido por el virus
Tras un mes desde que se detectó el primer contagio de covid-19 en una cárcel, los casos de coronavirus en centros carcelarios ya llegan a 987 contagios.
En la actualidad Villavicencio concentra la mayoría de los casos, con 859 contagios entre presos y personal del Inpec. Allí también se reporta, hasta el momento, el fallecimiento de 2 internos y de un hombre que murió seis días después de salir de esta prisión.
Le sigue la cárcel de Leticia, que tiene 89 presos y un guardia contagiados; además, se reporta la muerte de un preso que estaba en domiciliaria. En tercer lugar está la cárcel de Ibagué, con 22 funcionarios del Inpec y dos internos contagiados; le sigue la cárcel de Florencia, que ya tiene 6 funcionarios del Inpec y 2 internos contagiados; luego, La Picota, de Bogotá, que reporta 5 internos con coronavirus, y por último está la cárcel de Guaduas, que tiene un preso contagiado.
Texto y foto/ UNIDAD DE SALUD /El Tiempo