Editorial:La inteligencia detrás del aislamiento inteligente

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Y entre chanza y chiste el 25 de marzo nos encerramos…

Algunos lo hicieron como por mirar a ver qué pasaba, otros sacaban chistes y hasta se animaban a proferir teorías conspiratorias y así, nos reíamos porque la orden inicial era por 15 días.

Entonces pensábamos que era cierto, que en dos semanas de encerramiento íbamos a superar esta prueba… Y aquí estamos, listos para celebrar 3 meses encerrados y adaptándonos a la moda de un tapabocas.

Sí algo nos ha enseñado esta emergencia mundial, es que los seres humanos somos capaces de superar cualquier obstáculo, sí, y sólo sí, nos ponemos de acuerdo y trabajamos unidos para lograr resultados favorables.

También nos enseñó que así cómo hay un sinnúmero de personas dispuestas a seguir las instrucciones y recomendaciones, existen otra sarta de inconscientes empecinados en llevar la contraria y hacer lo que se les da la gana, poniendo en riesgo no sólo su salud y la de sus familias, sino de cualquiera que se ose atravesar en su camino, pues sí alguien les recuerda que deben quedarse en casa se tornan violentos y agresivos hasta con la autoridad competente.

Lo más triste no es el descaro y la suficiencia con la que esas personas violan el confinamiento sino las excusas tan traídas de los cabellos que utilizan para hacerlo.

Unos preguntaban (Y esto, aunque suene gracioso, también resulta triste de alguna manera), ¿Usted conoce a alguien que se haya contagiado de coronavirus?

Hay que ser muy cerrados por dentro para pensar qué, hasta que no se enferme alguien cercano entonces no me voy a cuidar. Es que no hay manera de describir una manera tan irracional de pensamiento.

La lección aquí es más que evidente, No creer en todo lo que leemos en las redes sociales, y menos creerle a cualquiera. Las personas que de verdad vale la pena leer no se la pasan todos los días en Facebook y además tiene una ortografía impecable, de esa que vale la pena leer.

Cuando las cosas tienen validez o poseen una carga irrefutable de verdad, no necesitan ser defendidas, ni reiteradas muchas veces, sólo deben decirse. Creer en esos líderes de opinión que publican hasta tres veces en el día cosas en contra del prójimo, es casi como ir a entregarle el diezmo a la Piraquive y esperar que lo ponga a trabajar a nuestro favor.

Las crisis son la oportunidad para sacar lo mejor de nosotros, para ayudarnos, para compadecernos, para ser mejores seres humanos.

“Pero nadie está respetando la cuarentena” dirán algunos, tal vez es cierto, pero existen muchos que sí nos quedamos en casa.

Gracias a esos héroes de bata y estetoscopio, a nuestros médicos y enfermeras por estar ahí arriesgando su integridad en hospitales y centros de salud.

Gracias a nuestras fuerzas armadas, policía, ejercito y hasta los guardianes del Inpec, porque hacen el trabajo que los demás critican, pero sin el cual no podríamos funcionar como sociedad.

Pronto volveremos a salir, a saludarnos, a abrazarnos, porque siempre vamos a encontrar la forma de compartir y la fuerza para sobrevivir.